Doctora tiene la Iglesia...

No tengo argumentos para mi Santa madre, la iglesia católica, cuando conozco a sus practicantes con nombres y apellidos y los veo en misa diaria de comunión con golpe de pecho, dando fraternalmente la paz a los desconocidos. Mi santa madre iglesia juega con la ventaja infalible que le dejó Cristo en su palabra: “Amaos los unos a los otros pero a Dios, sobre todas las cosas”. La ventaja de confundir a Dios con el dinero y la posición; la ventaja de un Dios que bien escrito está, pertenece a los desposeidos, a los que lloran y sufren, a los misericordiosos, a los limpios de corazón; un dios que nunca está para los que lo necesitan, porque sabe que su reino es para los más débiles y necesitados. Pero mi santa madre iglesia, continua jugando con la ventaja de los que prefieren salvar el alma con la oración y el cumplimiento febril de los sacramentos, antes que administrar al prójimo el verdadero sacramento de la caridad, vulgo, el amor. Sigue jugando con la ventaja del perdón, sin practicarlo en vida, es decir codiciando los bienes, amasando fortuna, envidiando la ajena (tanto espiritual o material) y amparándose en las promesa de última hora, que el Señor le dispensó a San Dimas. No tengo argumentos para esas personas tan doctas, cultas e inteligentes, para esos hombres de mi Santa madre iglesia, que cultivan, elaboran, interpretan y hacen uso académico de la sagradas escrituras, obviando la practica del nuevo mandamiento, sin ningún sentido de otra justicia que no sea la Divina en detrimento del bien expresado por el Amor al prójimo. Para ello la iglesia cuenta también con la ventaja que le ofrecen sus militantes de infantería pesada, sus cooperantes, misioneros, voluntarios, que le permiten dilapidar la inmensa fortuna de sus bienes y afectos materiales en actos macromediáticos como el próximo evento de JMJ, porque milagrosamente, mi santa madre iglesia, cuenta con las numerosas aportaciones e ingresos que genera su incontestable banco de fieles donantes –libre de impuestos- porque, eso sí, quien le va a cobrar homenajes y baños de multitud a una madre. Aunque parezca demagógico, resulta hasta cierto punto lógico, que los cristianos, no practicante,  nos preguntemos: ¿de donde salen los 60.000€ por cada misterio del macro-víacrucis que cuesta agasajar al Santo Padre?, sin meternos en mayor profundidad de gastos y capítulos jocosos, para movilizar a tal cantidad de jóvenes, que yo no se´si llevarán otra cosa en su mochila, pero en la frente bien se les lee el letrero de la “pijolada”. Ojalá surgieran con la efusión de ese espíritu, donantes anónimos de 10,15, 20.000€; para frenar la caida del pequeño y mediano empresario, para invertir en empresas cooperativas que permitan, restaurar, mantener y tener abiertas al público las ciento de Iglesias y templos que se caen por su propio peso, víctima de la desidia y el abandono de palacio. Para todo ello mi santa madre iglesia tiene respuesta –como buena madre: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”.