Los perros son tontos

Que me perdonen los tontos, porque los perros son amorales y no entienden del perdón; se dejan matar; no se cansan de ladrar –si no están suficientemente adiestrados; son incansables por naturaleza; están diseñados para el trabajo, la guarda y el pastoreo. Son sumisos, aunque algunos no obedezcan, lo hacen por temor, no por desconfianza. Pero no son autosuficientes. A los perros los tienes que sacar al menos dos veces al día para que hagan sus necesidades, incluso los domingos y fiestas de guardar. Lo peor que haces con un perro de raza –por llamarlo de alguna manera- ya que a los “chuchos”, no se les ha hecho nunca justicia, siendo igual de instintivos o más que los de raza, lo peor que puedes hacer con un sabueso es encerrarlo en un piso. Allí entre las cuatro paredes, es donde se vuelven locos de pena, mientras que tu presumes de mejor amigo. La lealtad que le atribuyes, es puro estrés por que le des juego, lo mimes, le proporciones comida y agua y lo saques a la calle. La compañía que te dá y la fidelidad que te demuestra, es un velado ruego y una desesperada angustia por liberar sus propios instintos. Cuando las perras están en celo, no hay perro que obedezca a su amo; necesidad imperiosa por marcar su territorio; agresividad en el saludo con los de su especie; vueltas y más vueltas sobre sí mismo y el trasero de su contrincante; bandazos compulsivos contra todo objeto visible e invisible –diga lo que diga, el encantador de perros- . Y el olor, ese olor que desprenden e inspiran, que no se le vá ni con los más famosos productos de cosméticas, cuando no los productos elaborados para su propia higiene. Pero si los perros son tontos, más tontos son sus amos, me refiero, a los que lo heredaron por la propia irresponsabilidad de sus hijos, pensando que eran el mejor regalo. A los que los abandonan, cuando las circunstancias de la vida, les juega una mala pasada o una buena oportunidad y a la menor ocasión los ponen a “servir”, porque entonces todo supone una pesada carga para mantener al perro: el chips; las vacunas; los viajes; las posibles infecciones o enfermedades que pudieran contraer; la factura del veterinario, etc., etc.,. Mis queridos amigos, no hagais más tontos de lo que son, a los perros, que ellos saben mucho. No los dejeis en casa por razones de trabajo, ni seais tan cruel, como para atarlos a un árbol guardando la parcela a ración de pan duro y agua en lata mohosa; por supuesto, NUNCA, pero NUNCA, NUNCA, consintais caer en la tentación de satisfacer los caprichos de vuestros hijos con un cachorrito…mirad fijamente los ojos tristes de los que se dejan matar y nunca te abandonarían: porque son tontos.