¡JODER, CON EL CAINISMO!

JODER, ¡QUÉ CAINISMO!


Que al Señor, le hayan arrancado un brazo de cuajo, afortunadamente no deja de ser una triste noticia –tranquilizadora- al saber que un Ser tan querido convalece en la Sala de curas, fuera de peligro y dentro de unos días volverá a ser el centro de nuestra devoción. Lo que me preocupa es la saña que la naturaleza humana tiene reservada en lo más profundo de su corazón y de vez en cuando la manifiesta o espera a manifestarla cuando se producen sucesos como el acaecido al Señor de Sevilla. Tenemos en primer lugar al autor de tan lamentable espectáculo: el loco, energúmeno, descerebrado, psicópata, presunto, como queramos llamarle a tan alto “hijo de puta” (con perdón de su venerable madre y todas la que se dedican al oficio más antiguo del mundo). Funcionario de prisiones, de 36 años de edad, 1,80 de estatura, corpulento y con barbas, típico perfil del intelectual contracultural, fundamentalista y por lo tanto intolerante, cuya principal teoría se basa en arrojar toda su furia e impotencia contra lo que considera –becerro de oro- trozo de madera o producto y materia prima de la idolatría. Cuentan algunos compañeros que de su boca oyeron manifestaciones anticlericales y amenazas de que cualquier día la emprendería contra ellos. Cuando se le redujo, afirmó ser -el mesías- junto a la promesa de exponer los fundamentos que le habían llevado a cometer tan espantosa salvajada. Sabe Dios lo que contienen esos “pen driver” encontrados en la mochila, incautados por la científica.
También hemos podido saber, a través de otros medios, que el individuo
Sólo pretendía con dicha acción, conseguir el reconocimiento de incapacidad laboral (enajenación mental) al objeto de asegurarse una pensión. Bien –leido esto- podemos llegar a la conclusión resumida en la declaración del Hermano Mayor de la Macarena, cuando dice que lo ocurrido con el Señor, obedece al resultado de los tiempos convulsos por los que estamos atravesando. Tiempos convulsos en los que cuando nos quitamos la careta de personas dignas y corrientes y nos ponemos esa otra máscara que escondemos bajo el nick con el que cabalgamos en la gran red, nos atrevemos a campear como las auténticas fieras que somos; faltando al respeto a los que no piensan como nosotros; injuriando a los que no profesan nuestros credos; provocando a los espíritus violentos y difundiendo el odio y la intolerancia, por encima de la razón. Todo puede resultar razonable, desde la tolerancia y el respeto, decía Pascal, que la suprema razón consiste en considerar que hay multitud de cosas que la superan. Lo del Señor de Sevilla, creo que independientemente, de las distintas confesiones y credos, está muy por encima de disputas y cainismos y sobre todo, lo que ha sucedido con su venerada Imagen, mas feo, que pegarle a un Padre.